En el poblado de Flores, perteneciente al
municipio de Banes, ubicado al norte del oriente de Cuba, vive Alfredo
Guerrero Laffita. Lo encuentro con ropa de trabajo y sombrero de yarey
en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) 26 de julio, la cual
preside, y lo invito para que me hable del encuentro que tuvo con el
Comandante en Jefe Fidel Castro, en el marco del VII Congreso de la
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), que tuvo lugar en
mayo de 1987, en La Habana. Humilde y afable, Alfredo rememora el
momento…
“Yo fui al Congreso y hablé de una
microbrigrada que teníamos nosotros aquí, en la Cooperativa, y del
trabajo voluntario. Le dije cómo nosotros construíamos las viviendas y
que le habíamos bajado el 50 % al valor total, le habíamos bajado dos
mil 500 pesos a cada vivienda, que costaba más o menos cinco mil. Él se
interesó por eso y estando yo en la villa por la noche, fueron a
buscarme porque Fidel quería conversar conmigo. Yo llegué a El Laguito y
el estaba allí con las manos cogidas atrás y me dio mucho impresión las
cutículas, porque no era que tenía las uñas largas, sino las cutículas y
los dedos largos.
Entonces le miré por la parte de atrás y le
vi los cabellos de la barba, eso me impresionó mucho. Y entonces habló
conmigo y me dijo: “¿Banense, y el trabajo voluntario ese que ustedes
hacen no es obligado? ¿Y esa microbrigada que nosotros nosotros no hemos
podido hacer, que tenemos los trasportes, que tenemos los recursos,
cómo es posible que ustedes tengan una microbrigrada en una Cooperativa,
cómo nació eso?.”
“Y entonces le dije: “Comandante, porque un
día estaban haciendo una información sobre las microbrigadas y me
inspiré y dije: vamos a hacer una microbrigada”. Entonces siguió
hablando conmigo, me preguntó sobre que ya yo no estaba en la
Cooperativa porque me habían pasado para la ANAP provincial.
Pero lo que más me impresionó de ese
encuentro fue que como a la una de la mañana, o las dos, más o menos, yo
estaba sentado en un butacón, allá en El Laguito, con un gran dolor de
cabeza, parece que tenía la presión alta porque indudablemente había
sido impresionante el encuentro con él, y entonces él ya se iba y cuando
se paró en la puerta de la salida, miró, volteó y me localizó. ¿Y qué
hizo ese hombre como para marcarme para toda la vida? Regresó hasta
donde yo estaba, me puso la mano en el hombro y me dijo: “Banense,
¿quién lo trajo a usted aquí?”. Le digo: “Comandante, a mí me trajeron
los compañeros de la dirección nacional de la ANAP”.
En ese Congreso, Lugo había quedado como
presidente y Fidel lo mandó a buscar, y cuando llegó le preguntó:
“¿Quién va a llevar al banense a la villa donde ustedes lo buscaron?”. Y
Lugo le respondió: “Yo, yo”. Él le volvió a preguntar: “¿Usted
garantiza eso?”, y Lugo le dijo que sí. Entonces me dio la mano y se
fue. Eso es una marca que no se me quita nunca en la vida. ¿Cuántos
problemas tendría ese hombre en la cabeza y preocuparse por mí? Eso yo
lo tengo grabado para la vida”.
Por sus méritos y resultados al frente de
la Cooperativa 26 de Julio, que ha contribuido al desarrollo de la
comunidad, Alfredo fue condecorado en el año 2010 como Héroe del Trabajo
de la República de Cuba. Sin embargo, este hombre de mirada sincera
prefiere que lo vean solo como un guajiro que ama la tierra y está
comprometido hasta los huesos con su Patria. Este alumno de Fidel,
prefiere hablar del legado que nos dejó el Comandante…
“Yo digo que el mayor legado de Fidel,
entre todos, fue esta última decisión que tomó, esta última, que su
imagen no esté en un hospital, que no esté en una calle, para hacerse
más parecido a los hombres, a la gente, a un ser humano. Esa es mi
interpretación. Ya él lo que tenía que decir lo dijo, lo que tenía que
enseñar lo enseñó, ahora lo que hace falta es que nosotros seamos buenos
alumnos y esas enseñanzas no las dejemos perder”.