se instituye la raza humana como ser superior, capaz de analizar,
transformar y relacionarse de manera inteligente con el medio ambiente.
Más allá de tradiciones, culturas, historias, sistemas políticos o
aspiraciones sociales, el hombre y la mujer se erigen en defensa de sí
mismo, como instinto elemental de conservación.
Si bien, entre las divergencias intelectuales, subsisten posturas
opuestas o contradictorias en sí mismas, ningún ciudadano posee el derecho
de interferir en el bienestar de otro, y en su propio detrimento.
La protección a la niñez y a la adolescencia, el respeto a la diversidad
sexual, racial y cultural, el derecho a la educación y a la atención
médica sin distinción de ideologías o procedencias, el libre
intendimiento y aceptación del ser humano hacia sus coterráneos, no debe
ser objeto de transgresiones, por fuerzas físicas o poderes económicos
aparentemente superiores.
En Banes, como localidad afiliada al sistema socialista y democrático
cubano, todos ejercemos el derecho a la libre expresión del individuo, al
reflejo de sus intereses y criterios, a la representación fidedigna de
las realidades determinantes en su comunidad.
Aun en una sociedad imperfecta, que adolece en sí misma de
contradicciones, y persigue el mejoramiento a partir de la superación
propia, con visiones críticas de su entorno, cuya única finalidad es el
beneficio de la raza humana.
Cuando miles de cubanos, entre ellos banenses, han depositado sus vidas,
en el poder infinito e impredecible del destino, para salvar otras, a
cambio de la satisfacción plena de hacer el bien, sin que segundas medien
intenciones.
Porque es inconcebible no defender la integridad de nuestra raza, en este
día de los derechos del hombre y la mujer, de los niños y la niñas, de la
ancianidad, confiemos en la condición que nos une y nos hace afines, la
libre posibilidad de ser sobre todos los preceptos un ser humano.
