El año mil novecientos sesenta y dos marcó un momento
crítico para las relaciones diplomáticas entre dos superpotencias y nuestro
país. Los Estados Unidos de América, la antigua Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y Cuba fueron el epicentro de la mayor crisis de la era nuclear.
Como respuesta a los constantes ataques que enfrentaba el naciente proceso
revolucionario y la implementación de la Operación Mangosta, el gobierno cubano
aceptó la propuesta soviética de instalar proyectiles nucleares en el
territorio nacional. El descubrimiento de los emplazamientos para los misiles,
fotografiados por aviones espías norteamericanos fue la justificación para otro
intento de invasión a la isla, lo que devino en el momento más tenso de la
guerra fría y puso al mundo al borde de una guerra nuclear. Se produjo entonces
un único acontecimiento que trasciende en la historia con diferentes
denominaciones, para los Estados Unidos y sus aliados como Crisis de los
Misiles, para la Unión Soviética Crisis del Caribe, y para los cubanos Crisis
de Octubre.
La escalada bélica inició el 14 de octubre de 1962 cuando
aviones de reconocimiento de la fuerza aérea yanqui tomaron fotografías de las
plataformas de lanzamiento de misiles nucleares que se construían en San
Cristóbal, Pinar del Río. El presidente de los Estados Unidos, John F. Kenedy
ordenó un cerco naval contra la isla y las pruebas irrefutables fueron
presentadas ante la ONU.
Meses antes, en mayo de ese mismo año, el Comandante
Fidel Castro, entonces primer ministro y el presidente de la Unión Soviética,
Nikita Jrushchov, habían negociado un convenio militar donde acordaron emplazar
proyectiles R-12 y R-14 en el territorio cubano. A petición de la parte
soviética el proceso transcurría casi en secreto, pero al hacerse públicas las
imágenes, se incrementaron las tensiones con el gobierno estadounidense. El 22
de octubre de 1962 Fidel dispuso el estado de alerta para las Fuerzas Armadas y
pocas horas después la alarma de combate. En La Anita, asentamiento poblacional
perteneciente al Consejo Popular de Los Ángeles en Banes, municipio de la
provincia de Holguín, había una base soviética dirigida por el mayor Iván
Minovich Guerchénov. En esta comunidad, como en toda Cuba, ante el peligro
inminente de un ataque aéreo o una invasión directa, se movilizaron batallones
y milicias a las que se integraron sus habitantes dispuestos a defender la
patria.
Eriberto: “Movilizaron a muchos milicianos de
aquí. Nos pasábamos la noche y el día cavando trincheras en condiciones
difíciles porque eran días de lluvia. Las avionetas venían a fotografiar y a
verificar si la defensa cubana estaba preparada para enfrentar un ataque.
Volaban muy bajito, incluso a veces se podía ver el casco del piloto. Nos
visitaban varios asesores soviéticos y nos daban clases sobre como comportarnos
en caso de una agresión. Todos los que estábamos allí, éramos muy jóvenes, no
éramos totalmente conscientes de lo que estaba pasando, pero si teníamos clara
la misión de defender la Patria en caso de una agresión mercenaria.”
De esta forma vivió Eriberto Tamayo Ramírez los días de
la crisis. Una jornada tras otra la tensión fue aumentando, hasta que el sábado
27 sucedió un hecho que pudo desatar en el mundo una guerra nuclear. Fue en la
mañana de este día que el radar P-12 del grupo coheteril antiaéreo ubicado en
La Anita detectó un blanco. El radarista y el Jefe de Plana Mayor precisan que
coincide con el blanco 33 que es dictado por el radiocircuito de aviso y que
por sus características de vuelo se aprecia como avión de exploración del tipo
U-2. El mayor Guerchénov, jefe del grupo coheteril, informa al Puesto de Mando.
La respuesta es que mantenga el seguimiento. En pocos minutos se produce una y
otra vez el intercambio de información entre el grupo de La Anita y el Puesto
de Mando. A la distancia de 75 kilómetros el jefe de grupo solicita
autorización para destruir el blanco, la respuesta desde el Regimiento es que
la solicitud está en trámite y que mantenga el seguimiento. El jefe de plana
mayor del grupo informa que se interrumpieron las comunicaciones con el Puesto
de Mando. Es en este momento que el mayor Guerchenov indica derribar el blanco
enemigo que violó el espacio aéreo cubano para realizar una labor ilegal de
espionaje. Eran aproximadamente las diez y diecisiete ante meridiano.
Tita: “Yo cocinaba y lavaba en el hospital
militar que hicieron en Los Ángeles. Después que hice mis labores ese día, cogí
a mis niños, uno de 4 y otro de 6 y fui a la casa. Estaba lloviznando y yo salí
al patio a ver una puerquita que había parido cuando siento un estruendo y veo
en el cielo una bola de candela roja. Me asusté mucho y dije se formó la
guerra. Me escondí en la casa con mis niños y cuando pasó el alboroto salí y me
enteré que había sido con los soviéticos que estaban aquí habían disparado un
cohete y habían derribada un avión de Estados Unidos.”
Al igual que Esperanza, más conocida como Tita, fueron
muchos los banenses que tuvieron esta vivencia. Se dispararon dos cohetes, el
primero provocó severos daños a las estructuras de vuelo y mando del U-2, el
segundo fragmentó por completo la aeronave. Partes del avión cayeron entre un
cañaveral y un campo de plátanos en la zona de Veguita tres, donde fue
encontrado inerte el cuerpo del piloto norteamericano, Rudolf Anderson, la
única víctima mortal de la crisis. Después de esta acción armada, podía
esperarse cualquier reacción hostil por parte del Presidente Kennedy, pero la
decisión fue negociar. La URSS y los Estados Unidos llegaron a un acuerdo a
espaldas del gobierno cubano. Jruschov propuso retirar los misiles y las
cabezas nucleares después que Kennedy ordenara el levantamiento del bloqueo
naval contra Cuba y se comprometiera a no invadir el país. A las nueve horas
del domingo veintiocho de octubre de 1962 las dos superpotencias daban por
concluida la crisis.
Años más tarde, en la década de los 80, regresó a Los
Ángeles, Bolodia, el soldado ruso que disparó los cohetes. El pueblo lo recibió
con todos los honores y el confesó que este había sido el momento más
emocionante de su vida.
El derribo del U-2 por las tropas soviéticas emplazadas
en el grupo coheteril antiaéreo de La Anita, ocurrido el sábado 27 de octubre
de 1962, constituye la única acción bélica que produjo una baja al ejército
estadounidense durante la Crisis de Octubre. Pudo ser la justificación para un
ataque real contra Cuba, pero se trasformó en el catalizador para encontrarle
una solución al conflicto, una solución en la que no se tuvo en cuenta el
criterio del gobierno cubano y ante la cual el Comandante Fidel Castro Ruz manifestó
su inconformidad. De hecho, en un discurso público planteó cinco puntos que
debían tenerse en cuenta, y se negó a la inspección norteamericana en
territorio cubano. En esta alocución el líder expresó: ¡queremos paz con derecho, con soberanía y con dignidad! ¡Queremos paz
sin renunciar a la revolución!



