Segunda emisión: 20 de julio de 2014.
“El
Ojo del Caimán” se
aproxima a los habitantes de los alrededores del Parque Cárdenas, lugar que ha
sido testigo de eventos culturales, polémicas de abuelos, jugueteos de niños y
cita de amores prohibidos.
Un poco de historia:
Al
fundarse el Municipio Banes, el 17 de enero de 1910 asumió el cargo de Alcalde el Teniente Coronel Juan Vicente
Cárdenas y Suárez, pero su mandato fue efímero puesto que al año siguiente
el 9 de marzo de 1911 murió víctima de una enfermedad respiratoria. Fue así
como Don Juan Cárdenas, donó uno de
sus terrenos para la construcción de un
parque en homenaje a su hijo, un solar rodeado de palmas empleado por los
seguidores de diferentes partidos para trazar sus estrategias.
A partir de 1915 comenzó la chapea y tala de los árboles y en 1919 se construyeron unos pasillos de concreto encima de los cuales se fijaron unos bancos. Sucesivos gobiernos realizaron algunas mejoras pero nunca se concluyó como era debido, hasta que en 1948 se proyectó y ejecutó una obra con un formato diferente -único de su tipo en Cuba- al diseñarse una gran plaza dividida en cuatro microparques.
A partir de 1915 comenzó la chapea y tala de los árboles y en 1919 se construyeron unos pasillos de concreto encima de los cuales se fijaron unos bancos. Sucesivos gobiernos realizaron algunas mejoras pero nunca se concluyó como era debido, hasta que en 1948 se proyectó y ejecutó una obra con un formato diferente -único de su tipo en Cuba- al diseñarse una gran plaza dividida en cuatro microparques.
Estos son popularmente identificados como: De las madres, De los combatientes caídos
en la Segunda Guerra
Mundial, De los enamorados y De la amistad. Se edificaron todos con un
estilo similar, dos hacia la calle Luz y Caballero y dos hacia la calle Bayamo;
con un pequeño escenario en forma de círculo central destinado a los músicos.
Actualidad:
Residir alrededor del parque Cárdenas
tiene sus ventajas y desventajas. Varios eventos –culturales, deportivos,
políticos y sociales- durante todo el año se consuman desde este lugar. Pero,
en más de una ocasión la cotidianidad citadina altera la tranquilidad que
desean tener en el hogar, dicen sus propios vecinos:
Joven:
El
hecho de vivir en el centro de la ciudad es beneficioso, porque si están
vendiendo algo en las tiendas cerca por aquí, te pones cualquier cosita, una
camiseta, short, chancletas, puedes salir corriendo y ser de los primeros en comprar
lo que desees. Si viene una agrupación buena desde el frente de la casa puedes
disfrutar de la actuación, yo bailé con Moneda Dura en su momento, con la Orquesta
Revé, Wena Onda cuando sonaba también estuvo por aquí. Las personas de otros
lugares tienen que vestirse bonito, arreglarse para venir, yo no, yo estoy en
mi barrio y así lo hace todo el mundo. Mientras para unos es pasear por el
centro del pueblo para mi es caminar por la cuadra donde vivo.
Mujer:
Vivir
aquí es muy bueno, porque estamos cerca del pueblo, de las actividades, es muy
bonito. Se puede llevar a los niños a pasear, montan bicicleta, se divierten.
Anciano:
Tiene
partes buenas y malas, por ejemplo, los días festivos sobre todo cuando hay
juventud. El bullicio de los muchachos, el baile, la música alta, hay un
momento cuando se pierde el sentido del límite, entonces empiezan las cosas a
cambiar diametralmente, y me molesto si veo que no se cuida lo que va quedando para la historia: el "Homenaje a las madres" y el "Monolito a los banenses que lucharon en la Segunda Guerra Mundial" por ejemplo.
Muchacha: Tenemos un inconveniente muy grande, siendo el parque central de esta ciudad le han puesto una piquera de coches. No estamos en contra de este medio de transporte que es fundamental en estos momentos, pero tenemos que respirar el hedor a orina, las heces de los caballos, las moscas, no entiendo por qué.
En tiempos de carnaval o semana de la
cultura el lugar cambia su aparente pasividad, la música no para, el transitar
de la gente tampoco. Unos buscan descanso en un banco, otros permanecen de pie
esperando que se desocupe alguno; los más activos le dan la vuelta al sitio una
y otra vez, pues en cada ocasión descubren algo novedoso, ya sea un artículo en
venta o el reencuentro con amistades.
Anciano:
Yo
podía pasar el carnaval completo en el corredor de mi casa, ahí compraba la
cerveza, compartía con mis amigos, los que pasaban yo los acaparaba: “no, no,
no, ven acá, siéntate aquí conmigo, y cuando venía a ver era un piquetón grande
de personas”.
Joven:
En
la Semana de la Cultura y en los Carnavales esto se ha convertido en el área
infantil, que bueno no es una zona molesta, en ese sentido es bastante
tranquila, donde no se venden bebidas alcohólicas para evitar precisamente esos
conflictos con los niños y se torna bastante entretenida.
Anciano:
En
mi niñez ese era el lugar de los brazos rotos, los patines, las bicicletas, de
las carreras con los muchachos del barrio. Hoy el parque sigue en mí y ahí
disfruto, me gusta mirar, ver cada cosa que sucede, porque en realidad es un
lugar muy bonito.
Conjugando
historias día y noche para dar brillo y color a su ciudad, el Parque Cárdenas
se erige desafiando al tiempo, desafiando la perdurabilidad.


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