viernes, 26 de junio de 2015

El Ojo mira hacia El Embarcadero.

Séptima emisión: 24 de agosto de 2014. (Última de la 1ra temporada)
“El Ojo del Caimán” llegó al lugar conocido como el Embarcadero de Banes, poblado donde existió un puerto comercial.

Un poco de historia:
Antes de constituirse Banes como municipio, en 1909 se conformaron 14 barrios. Dentro del Barrio Este quedó incluido el asentamiento poblacional de El Embarcadero, considerado como una comunidad de periferia.
Era un vecindario con características sui géneris, conformado por un grupo de casas construidas alrededor del litoral costero y a lo largo de la línea férrea. Las viviendas contaban con un estilo propio del sur de Estados Unidos ya que sirvieron en una etapa inicial de fundación como residencia a varios funcionarios de la United Fruit and Sugar Company.
La construcción de los muelles y sus facilidades accesorias posibilitaron el incremento del desarrollo de las actividades en el puerto de Banes, tanto las correspondientes a la exportación de frutas como el banano, así como de azúcar y mieles producidas en los centrales Boston y Preston.
Actualidad:
Viajar al embarcadero no es empresa sencilla, son pocos los carros que circulan por este lugar. En su carretera desmejorada suelen transitar vehículos de la Empresa Geocuba y algunas pipas de abastecimiento de agua. Por tal razón nos aventuramos en un transporte más común: los coches.
En el trayecto comentamos sobre Horacio Ferrer, Comandante del Ejército Libertador, que entró por Banes en la expedición del Laureada en 1897 y al divisar el paisaje en su diario de campaña “Con el rifle al hombro” escribió:
“Grande extensión de montaña habíamos atravesado en aquella marcha forzada y fatigosa, cuando hicimos alto a las cuatro de la mañana para apagar la sed con el agua de unos curujeyes. Mi compañero me pidió un rato de descanso, pero me negué a complacerlo y volvimos a emprender la marcha. Apenas la habíamos reanudado, cuando encontramos una vereda, y siguiendo por ella salimos al amanecer a un limpio, sobre una altura, desde la cual admiramos un panorama encantador; el puerto de Banes se veía como a tres leguas de distancia, semejando un lago dormido entre las sierras, las que principiaban a dorar los rayos de un espléndido sol naciente.”
Vivir en El Embarcadero tiene sus beneficios, armonizados por la Bahía de Banes y el ambiente rural.
Mujer: “Tenemos una playita ahí que no necesitamos ir a las de Puerto Rico ni Morales, la pasamos de lo más bien ahí atrás. Además, aquí no hay peligro de nada, tu puedes dormir con las ventanas y las puertas abiertas, aquí lo que nos cuidamos mucho entre vecinos.”
Hombre: “El que tiene tierras se dedica a criar o sembrar su pedacito, es la ventaja que tiene uno, que el que vive en el pueblo no lo puede hacer. Y la tranquilidad, este es un lugar muy tranquilo, la gente se baña mucho en el mar, para recrearse, casi todos los días vienen coches de Banes cargados de gente para bañarse en la playita.”
Señora: “Aquí los jóvenes se van para el mar y entonces una los ayuda a hacer caldosa o comida. Hay gente que se pasan días acampando ahí.” Y los pescadores, que tienen sus botecitos y temprano se tiran al mar para sacar, como se dice, el sustento.
Reírse de sus propias desgracias, es una cualidad inherente de los cubanos. Es así como un vecino ante la pregunta ingenua de ¿cómo retornaremos? nos dice de manera risueña -“el que llega al embarcadero se embarca”-, para referenciar la escasez de transporte, una de las principales problemáticas que afecta al lugar.
Mujer: “Tenemos un problema con el transporte que son solo dos camiones y coches, si no, hay que salir y regresar a pie. El precio hasta Banes es $5.00 y hasta La Güira es $3.00, está bien, hay que darlos porque si no…”
Hombre: “El agua también es un problema a veces, no solo el transporte. Cuando hay planes vacacionales, los carros que nos traen el agua tienen que priorizar otros lugares y entonces se pasan muchos días sin distribuirnos, se pasan del ciclo 5 días, a veces 7 días.”
Muchacha: “Para mí también la recreación, fuera de la playa y lo que uno mismo se inventa para entretenerse, aquí en El Embarcadero no hay ninguna otra distracción. Actualmente es ponerse a ver televisión cuando cae la tarde y nada más.”
Cada pueblo cuenta con mitos, leyendas y anécdotas graciosas que se han enraizado a través de diferentes generaciones, en “El Embarcadero” existen historias que provocan curiosidad.
Hombre: “Dicen que eran unas luces que salían de una jucarera que había cerca del camino y que alumbraban a los que venían a pie del cine. Cuentan los viejos que una luz enorme los acompañaba en el regreso, desde la jucarera hasta el pueblo.
Mujer: “En el crucero dicen que a un chofer de una guagua se le montó una mujer y cuando él llegó al pueblo y paró para que la mujer se bajara, ya la mujer no estaba montada en la guagua.

Por esos mismos caminos vamos de regreso, seguros de que los nativos de El Embarcadero sienten orgullo de pertenecer a ese lugar. El azul de la bahía, la brisa del mar, su extenso muelle, la tranquilidad del barrio y la candidez de sus vecinos, hacen de este, un sitio acogedor a donde siempre se quiere retornar.

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