Cuarta emisión: 10 de
agosto de 2014.
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| Vista antigua del Central. |
“El
Ojo del Caimán” llegó
a la comunidad de Macabí, lugar donde por muchos años funcionó una industria
azucarera.
Un
poco de historia:
A solo un año para que
iniciara el Siglo XX, comenzó la edificación del Central Boston en un cayo con el nombre de “Macabí” (vocablo aborigen que alude a un pez con tal denominación
que abunda en la Bahía de Banes).
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| Primer tándem del Central. |
Surgieron
las primeras instalaciones, la casa de calderas, los tachos, las centrífugas.
En los alrededores de la industria se creó una infraestructura compuesta por
muelles, vías férreas, casas y barracones.
El estreno del Batey contó
con una población aproximada de setecientos a mil personas, de la cual los
empleados del Central representaban
la mitad de la cifra. El 27 de febrero de 1901, la naciente industria inauguró
su primera zafra.
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| Producto terminado (1929) |
Luego del triunfo
revolucionario, el Central Boston se
rebautizó como Nicaragua. El tiempo de zafra era una gran fiesta donde
todos disfrutaban del olor a guarapo. Los trabajadores fuera de su jornada
laboral, se mantenían atentos a cualquier requerimiento de la industria y a las
amas de casa no les importaba limpiar, cuantas veces fueran necesarias, el
portal de sus casas por el hollín acumulado. Este ingenio fue motivo de alegría
durante más de cien zafras.
Extrabajador
del Central: “Cuando la zafra iba a empezar era una alegría
inmensa, íbamos corriendo a ver el guarapo y todo ese proceso que es continuo,
en que demoraba en producirse el grano alrededor de 72 horas o más. Ya una vez
que caía el primer saco, todo ese proceso que empieza en el campo ya se veía
terminado. Era la vida del pueblo, del Batey, de los trabajadores, sentíamos
amor por eso.”
Cada mañana Abilio Zayas Pérez se
dispone a coger el Carahatas, transporte que lo llevará hasta el Consejo
Popular de Macabí, donde se encuentra el taller de maquinado, sitio donde
labora.
| Abilio Zayas en el Taller. |
Abilio: “Es
un sacrificio de cierta forma, porque a medida que el Central dejó de existir
se perdió el trasporte que nos traía y nos llevaba, desde entonces para venir
hay que hacerlo en el Carahatas. Se me dificulta, tengo que pasar trabajo
diariamente lo mismo para venir que para irme pero pienso estar aquí hasta que
me jubile, ya que le he dedicado toda mi viva a esto.”
Los nativos de Macabí
como siempre hospitalarios nos dan la bienvenida, "Son los muchachos de la radio" -comentan. Pero en su rostro se dibuja la
tristeza al mencionarle la pérdida de su hijo favorito: el Central.
Extrabajador
del Central: “Nunca pensamos que se fuera a acabar el
Central, cuando se habló eso no lo creíamos y eso le ha dolido a uno, vivíamos
enamorados del Central.”
Adulto
mayor: “Aquí pararon ahí, tuvieron tiempo parado el
Central y después empezaron a tumbar y a picar y a sacar toneladas de hierro
por ahí en rastra, hierro, hierro, hierro y mira como está eso.”
Extrabajador
del Central: “El Batey sufrió mucho también, porque
hablábamos de la industria, pero todos los que trabajábamos ahí éramos casi
todos de aquí de Macabí o de Banes, entonces se perdió la fuente de empleo pero
además se perdió también la atención que tenían los bateyes.”
| Vista actual de la industria. |
Corría el 2006, desde años atrás se iniciaba
un declive en la agroindustria azucarera. En el mercado internacional los
precios del azúcar experimentaban un descenso y algunas materias primas como el
petróleo aumentaban su costo. Varios centrales de todo el país fueron
desmantelados y despojados de sus sitios para siempre: El Nicaragua fue
arrancado de Macabí.
Adulto
mayor: “El Central fue en decadencia y eso fue muy
doloroso, porque de eso dependía la mayor fuente de empleo y la vida en general,
porque la carretera estaba buenísima porque había Central.”
Mujer
adulta: “Cuando cerró el Central fue una cosa totalmente
irreversible. Las personas de aquí casi todas quedaron sin empleo, con todo el
costo social que esto genera.”
| Viviendas características del lugar. |
En la actualidad el Consejo Popular de
Macabí cuenta con una población aproximada de 4 000 habitantes. Quien lo visita
puede disfrutar de una arquitectura atípica: casas de ladrillo sin revestir,
techadas con zinc o tejas francesas que armonizan con edificaciones hechas por
la Revolución. Majestuosa la bahía, custodiada por su popular malecón y el
restaurante Mar Azul, que se resiste a desaparecer.
Mujer
de la tercera edad: “Yo nací y me crie aquí, tengo 64 años y
este lugar es mi vida.”
Hombre
adulto: “Yo nunca en mi vida pensé vivir en Macabí,
pero cuando vine para aquí por circunstancias de la vida, me he sentido tan
bien, me gusta tanto este lugar, hay tanta gente buena, tanta gente noble, muy
solidaria que corren ante el dolor del otro, que me quedé en Macabí.”
Mujer
adulta mayor (cantante):
“Yo estuve viviendo en La Habana y en
otras muchas partes pero ya para mí, Macabí es la vida.”
| Malecón de Macabí. |
La estancia en Macabí siempre resulta
un aliciente, la mezcla de brisa, playa, arquitectura y hospitalidad de sus
vecinos propicia una estancia placentera. Y aunque, la ausencia del Central
dejó en los habitantes de esta comunidad una gran nostalgia, hoy la realidad es
otra. En este poblado se edifican y remodelan varias obras sociales con el
objetivo de devolverle el esplendor al punto de la geografía banense al que
volveremos los que integramos el equipo realizador de “El Ojo del Caimán”.



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